lunes, marzo 09, 2009

"Slumdog Millionaire" de Danny Boyle y Loveleen Tandan


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Para ulular lastimeramente:
Sus títulos de crédito finales (ojo, pseudo-spoilers a continuación): ese baile à la Bollywood es una palmadita en la espalda del espectador para que se vaya aún más contento a casa; hace que la sucesión de tragedias de las que ha sido testigo antes devengan una suerte de peaje para su propio bienestar final; lleva a que una película artísticamente notable se convierta en un rotundo fracaso moral (la felicidad de uno se acaba comiendo la insoportable pobreza y sufrimiento de millones; sí, ambos son mostrados con pelos y señales, pero de ese modo lo segundo no alcanza a trascender la fábula, carece de entidad de por sí, se convierte en mero instrumento para que nosotros alcancemos la catarsis y Danny Boyle el Oscar).

Para aullar efusivamente:
Todo lo demás. Su casting, francamente ajustado desde el primer niño hasta el último adulto. Su guión (lástima, si acaso, que el orden de las preguntas del programa siga la sucesión cronológica de la vida de Jamal en vez de apostar por el verismo del salto diacrónico). Su realización, en ocasiones exhibicionista pero bastante relacionada con el fondo cultural que está mostrando. Su montaje...

El consejo crepuscular:
No se la pierda. Los ocho Oscars son exagerados; la diatriba de Salman Rushdie, también. Entre un extremo y otro, se trata de un film emotivo, entretenido y que, por una vez, deja en manos del espectador la posibilidad de enmendar su gran defecto. Por ello, mientras abandona (bailando o no) la sala, haga el cálculo mental del puñado de euros que podría donar mensualmente a alguna ONG que combata la pobreza en la India o, para qué limitarnos, cualquier otra parte del mundo.

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