viernes, agosto 03, 2007

Crónicas de Benicàssim: Wilco

No nos consta que Jeff Tweedy practique algún tipo de deporte. Tampoco que pase muchas horas sentado delante del televisor celebrando touchdowns, homeruns o canastas de tres puntos. Aún así, asiste uno a su directo y, concierto tras concierto, no puede dejar de pensar que el amigo ha sabido rodearse de un equipo de excepción, y que su desempeño sobre el escenario mezcla los arrebatos de energía y los estallidos de felicidad propios de cuanto puedan deparar las mejores competiciones atléticas.

Cojamos, por ejemplo, I Am Trying To Break Your Heart, el tercero de los cortes con que Wilco saludó la noche benicense. Imaginemos a continuación que los seis miembros de la banda se disponen alrededor del círculo central de un campo de juego futbolístico para disputar un bote neutral y que, en el momento de dejar el árbitro caer la pelota, todos ellos salen disparados en las más diversas direcciones, obviando por completo el esférico. Y concluyamos diciendo que, de forma absolutamente inexplicable, la jugada culmina con un gol wilquiano por toda la escuadra: tal que así se nos antoja el pandemónium de saturados, distorsiones y acordes discordantes con que el tema alcanza su (lo mismo que nos conduce al) éxtasis.

Spiders, canción que cerró la velada, vendría a ser lo opuesto: como si de un solo hombre se tratara, la banda se lanza a un coast to coast de diez minutos largos de duración, prodigio de técnica y conducción del balón que culmina à la Dominique Wilkins: cual si todo el estadio se hubiera conjurado para unir fuerzas a la hora de machacar la canasta contraria.

El country alternativo elevado a la categoría de “in your face”, amigos…

Hubo más, claro, pero comentarlo conduciría a una sucesión de metáforas deportivas cuando menos peliaguda, que no está el abajo firmante demasiado ducho en waterpolo. Digamos, sencillamente, que si el adagio británico reza aquello de “No news good news”, ahora mismo, en lo que a Wilco respecta, la ausencia de novedades o sorpresas suena a auténtica bendición.


Mejor momento
: La constatación de que, contrariamente a lo que la crítica modernilla aseguró en su momento, los solos de Impossible Germany son un grandísimo, maravilloso acierto.

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